UN RITUAL URBANO
Siempre apretados por la obligación y el tiempo
el 96 los lleva otra vez al trabajo;
los cuerpos se confunden, unidos y separados,
y soportan el mismo viaje y los pisotones.
Cada cual con su destino en una tarjeta,
el que sube para bajar,¿a dónde?.
Pero mientras están ausente como el aire,
tan impuros, tan perdidos, y tantos y tantos.
A veces el sí milagroso de la primavera
cuando se abren las ventanillas;
o también en las mañanas más frías
que frenan y juntan sin querer dos manos ajenas.
Siempre, el tiempo y el trabajo los aprieta,
el colectivo les enseña el mero estar,
así de solo y junto a los otros:
símbolos de algo que se repite, vuelve, el sí y el no.
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