viernes, 30 de marzo de 2018

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A la buena de Dios no le importa la sombra de la mugre que se junta bajo la cama, aunque haya que vestirse parar ir a trabajar. Y menos una media, la única; lo demás está resuelto.  Entonces, al asomarse solo se ven un par de zapatos viejos, un posible enchufe, ¿un corpiño?... Por suerte esa cucaracha muerta evita la pregunta por la dueña ni las circunstancias.Pero no son otros los recursos para empezar el día; además, la vida entera vale por esos detalles que apenas se observan a la altura del suelo, mas cerca o más lejos, nosotros, las mínimas verdades y a veces una esperanza.Así que habrá que agacharse y estirar la mano hasta ese rincón, quizás sea el milagro de un bollito de lana. Al sentarse satisfecho y aliviado en la cama ya no importa el estruendo del estornudo ante el polvo del exitoso rescate, la catástrofe pudo vencerse héroicamente y no se perderá el presentismo; apenas un sacudón y tratar de no oler, que el pie se la aguante, rápido porque ya es la hora para salir a trabajar, como sea, a la buena de Dios.

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