jueves, 15 de marzo de 2018

KUSCH CON GIRONDO

Después de tantos viajes y travesuras
un día se perdió en un versito,
y empezó a inventar nubes,
o perros para burlar su sombra.
Es cierto que se ponía muy triste
al descubrir una cacerola vacía;
pero siempre fue feliz
al soñar palabras y más confusiones
para rescatar de la barbarie
las primeras señales de la manada,
esos sonidos puros del deseo.
Al final ya no podía, no quería
distinguir a los dioses de un árbol,
y todavía demasiado corporeo
plantó su muerte y le creció
junto a la timidez de los gliptodontes.
Ahora cualquiera toca su voz,
la compra en algún kiosco
y sale con los ojos a espantar a las furias;
aunque mejor es imaginarlo,
la barba hasta las raíces,
con sus nuevos versos para el mero estar.

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