martes, 20 de marzo de 2018

2

También el regreso por las mismas calles, de madrugada y frío, se pierde entre los borradores del alma.Con las manos apretadas en los bolsillos, a pasos largos, y apenas la compañía casi invisible del aliento en el aire. ¿Es necesaria más información para lo que no se sabe sin saber? Por suerte, ya la esquina donde se dobla y otra vez aparece la casa, inquietas las llaves en la mano derecha.Solo hay que entrar; pero mejor no prender las luces y dejar que la mirada se acostumbre a la tibieza de las paredes y las siluetas tristes de los objetos. De todas maneras, ni el calor de la estufa engaña a ese temblor más allá de los huesos. ¿Será que con los años se aprende que nunca se llega a ninguna parte? Así que aun oscuras desde la ventana se contemplan los rasgos borrosos del fondo, esas sombras, y rápido a la cama: ¿alguien soporta el miedo de encontrarse con el yo de su almohada?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario