viernes, 30 de marzo de 2018

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Aunque el hecho era algo más que extraño, el ya lo había visto en un cuento. Solo que en este caso no era necesaria ninguna ampliación, todo era mucho más sencillo: cada detalle de la foto todavía estaba vivo. Y ocurría en ese instante: era el día de su bautismo, la mamá le arreglaba el conjuntito celeste, su padre reía y apuraba un cigarrillo, el padrino ya elegía su lugar: de a poco se acomodaban frente a la iglesia de Luján y él sentía el beso amoroso de su madrina antes de cargarlo en sus brazos. Así es el tiempo, el pasado está oculto en las imágenes del presente, siempre.

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