jueves, 29 de marzo de 2018

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Será por culpa de la naranja que nadie resuelve los problemas metafísicos, por su agujerito cerrado en en el ombligo o también cortada en gajos sobre la indudable realidad de un plato. Cuanto más redonda y fresca peor es el efecto de su perfección, hasta casi de miedo mirarla sin ser cautivado por su ambiguo candor. Si hasta el mismísimo Macedonio le quiso hacer desaparecer en algunos de sus curiosos pensamientos, antes de buscar y no encontrar el verdadero yo por ninguna parte. Así que habrá que ver bien cuando se la mira y sentirle el color, el jugo y la pulpa, que por culpa de la naranja cualquier día nos olvidamos de la eternidad.

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