jueves, 15 de marzo de 2018

PILDORITAS DEL ESTAR

Claro no puede ser apenas pura broma
la regla de la antigüedad de lo nuevo,
aunque lo escribe la risa
casi inconfundible de Macedonio
ante la necesidad de algún estornudo.
Pero eso es otro problema o el mismo,
si después achís viene y ¡salud!
Casualmente el plagio de la mañana,
al abrir los ojos sin saber de mí
se me ocurrió el gran invento:
la pildorita para el descuido perplejo,
gratis, sin autorización médica,
con la garantía del gran vacío inútil.
Así por lo menos un rato en cada día,
la vida puede recuperar el sentido
que el sin sentido ofrece de consuelo
y encuentra un lugar para la nada.
Claro se necesita un último versito:
ese mero estar del despojo más humano.



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