domingo, 25 de marzo de 2018

20

Donde agonizan los diarios viejos. En el rincón que amontona la ropa sucia. Al abrir la cajita infantil para hallar su vacío. Entre cartas inolvidables, con sus suspiros. Cerca de las llaves inútiles. Sobre un zapato, ya perdido, debajo del ropero. Al abrir la ventana y el laurel, la brisa sorda de los alrededores. Y más al fondo, en el cuartito de los cachivaches. Ahí, justo ahí, en el lugar exacto, que no puede ocupar ninguna palabra: los borradores del alma.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario