miércoles, 7 de marzo de 2018

EL PELLEJO SAGRADO

A simple gusto del mismo traje roto
el día se combina con su pena,
y pasa y queda en el bolsillo
o justo al fondo del olvidado izquierdo.

Cada cual con la fisura en su sombra
para recordar ese antiguo miedito,
y antes...o después, siempre,
la irreversible camiseta del mero estar.

Con eso falso color en los edificios
cuando ya no se pueden evitar los afiches,
ni las esquinas y sus viejas encrucijadas:
el ir para volver del trabajo a la casa.

Y aunque no fuera así, ¡qué importa!,
son demasiado fáciles las metáforas
que unen a las polillas y las dudas,
a la poca verdad con toda la miseria.

Pero el cuerpo nunca entiende nada
y vive su otro tiempo para abrir,
al desnudarse, su pellejo sagrado
en la oscuridad que solo ven las noches.






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