LA ESCASEZ DE LO SEMINAL
Ni siquiera para empezar el mero estar
ni la vieja pila seca
apenas estos papeles y un cenicero.
Para colmo,
los brotes bichados
y las palabras también.
Ni siquiera las vueltas y más vueltas
para culpar al gusano del tiempo,
al escobillón solitario
o ese por qué
con su alambra sin respuestas
lejos del sol y el olvido.
Ni siquiera el documento,
un espejo,
la risa del último sobreviviente.
Ni siquiera, y después
otra vez lo mismo:
el humo de la primera pitada y la nada.
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