KUSCH CON MAROSA DI GIORGIO
Entre ángeles y diablos del jardín natal,
dormidas en algún membrillo,
ya despertaron la niña y el hechizo de Marosa.
Ante la tanta quietud de los alrededores,
tantas flores y tantos perfumes,
la realidad elemental se abre a la magia.
Lástima que casi nadie la puede ver,
salvo la voz de la madre muerta
que las llama juntos a sus plumas y colores.
Pero ellas nunca no le hacen caso,
aunque las abraza la noche
y los piecitos fríos pisan a las estrellas.
Excitadísimas con sus fantasmas,
el amor acaricia sus formas:
todo consagra otra verdad en este mundo.
Es la hora de cerrar otra vez los ojos,
Marosa sueña con un gladiolo
y a su niña la ampara la gracia del mero estar.
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