jueves, 15 de marzo de 2018

KUSCH CON  DINESEN

Miremos un poco a la baronesa Karen Blixen
sentadita junto a las tribus Kikuyo y Masai.
Escuchemos su sentencia o mejor
dejemos que su aliento nos llene de África.

Imaginemos su larga cabellera roja,
perdida y feliz, en el viento de las montañas;
tan asombrada como esos brotes de sol
dentro del laberinto de ramas y de monos.

¿Quién puede dudar de su envidia
ante la elegancia aristocrática de Lulú,
la gacela dorada y caprichosa, libre,
que demuestra la tontera de ser alguien?

No molestemos su andar por los cafetales
en el caballo altivo que adora sus servidores,
(la pobre ya se siente esclava del sacrificio
por culpa de la piel pecosa de su alma).

Sabemos que no narrará en detalle, nunca,
las ansias animales de su cuerpo,
siempre tan cerca de la tierra y las nubes,
o sus deseos de matar, morir, apenas ser un árbol.

Dejemosla en el encanto de las noches
con sus memorias que no la dejan ver
el más adentro de sus propios misterios,
tan bellos junto al don que agradece la miseria.

Miremosla, ella escribe su otra vida, la verdad.
(


No hay comentarios.:

Publicar un comentario