jueves, 5 de agosto de 2021

En las cocina hay ratas.

Comprar veneno.

Para ellas

y para mí.









Hoy me levanté a las tres de la tarde.

No podía tenerme en pie.

El whisky de ayer.

Fui a la cocina 

y me serví otro whisky. 

No puedo ponerme los pantalones.

Tengo mucho frío.

No voy a salir de la cama.









Me pregunto para qué escribo.

¿Para matar el tiempo?

¿Para olvidarme de mí?


Dejé de estar en mí.

Todo es inútil.

Me repito.

Voy a tomar mate

y fumar.







Nadie vendrá.

Nadie estuvo acá.

Mi vida es adiós.


Mi cuerpo se aleja de mi cuerpo.

Me voy

sin saber a donde.

No puedo salir de la cama.










No quiero desnudarme.

No quiero bañarme

No quiero, 

miércoles, 4 de agosto de 2021

Voy descalso de la pieza a la cocina.

Ya sé lo que voy a hacer.

Mi cuerpo está agotado.

Sé que nada cambiará,

solo me espera el mate.









No puedo pedir ajuda.

No quiero escuchar otra voz.

Miro mis pies.

No sé si me pertenecen. 

martes, 3 de agosto de 2021

Mi casa ya es un desierto,

pero no es una metáfora.

Yo lo sé.

Camino y no dejo huellas.









Ninguna flor cuida mi pasado, Charly.

Solo yuyos

y más yuyos.

También algunos soretes de perros. 

Otra vez una mañana.

Para colmo, sol.

Voy a bajar la persiana.

No voy a levantarme hasta la noche. 










En las figuras del humo un sapo reventado.

Miro por la ventana el adiós de otra tarde.

Quiero escribir la palabra amor

pero prendo un cigarro.

Algo me duele.









La oscuridad del cuarto.

La cama

y un whisky.

No necesito nada más.


Cada vez hay más telas de araña.

En los rincones del techo,

en los cajones,

en las puertas, etc.

Voy a tener que convertirme en un insecto.









Recién vengo de la plaza.

Fui borracho a mirar los chicos,

pero me senté en un banco.

De espaldas.

 

Hoy a la noche al sacar la bolsa de basura

aparecieron unos gusanos.

Eran blancos y movedizos.

Uno se trepó a mi mano.

Lo dejé subir.

Luego cayó al suelo y lo maté.








En las figuras del humo una medusa inquieta. 

No atiendo más el celular.

No sé qué decir.

Por suerte ya casi nadie llama.

Yo también 

soy un fantasma. 









¿Algún día ordenaré la mesa del living?

No lo creo.

Necesito poco espacio.

Un cenicero

y un vaso.

Lo demás sobra.

Hace meses que no hago la cama.

Me tapo como puedo.

Aunque solo me preocupa el frío en los pies.

De todas maneras apenas duermo

y siempre traigo la botella.










Lo peor no es la depre.

Lo peor es quedarse sin cigarrillos.

Para eso no hay pastillas 

Cuando era chico tenía un loro.

Repetía todo lo que decía.

Lo extraño.

Creo que sería un buen acompañante.










No puedo cortarme las uñas de los pies.

No hay caso.

No sé manejar el alicate.

Y la tijera desapareció.

Después de todo es una estupidez.

 

La muerte no es suficiente.

Quiero ir al fondo

A mi esqueleto.

A lo que soy.











En las formas del humo un triángulo ondulado. 

Ser una cucaracha.

Alimentarse de deshechos.

Bien encerrado

¡Que buena suerte la de Kafka!











¿Me escuchas, Del?

Tu fantasma me persigue.

Las pastillas son inútiles.

No te preocupes.

Solo es el patetismo de la depre.


Ya no me quedan medias sanas.

Apenas un calzoncillo.

Todo se destruye.

Mejor fumar y meterse en la cama.











No pienso lo que escribo.

También las palabras me traicionan.

Juegan al sentido

y ya no hay,

ninguno.

Mi cuerpo es ajeno.

Una pérdida.

O no lo entiendo.

Solo sabe defecar.













Voy de la cocina al living.

Y viceversa.

Cuento las baldosas.

No levanto la cabeza.

Me rodean los fantasmas.

Perdí el olfato.

La sed.

El hambre.

Perdí la apuesta de Pascal.










Todo lo que sucede es distancia.

Ningún puente.

Un atajo.

Y mis zapatillas están rotas. 

Escucho a Chet Baker

Trato de no sentir

y siento.

Trato de no pensar

y pienso.

Un whisky,

o dos...







No quiero estar acá.

Ni en ningún lugar.

Fumo.

Ya llega la noche.

Otra más. 

La monotonía del para qué.

Ni bañarse.

Ni cambiarse la ropa.

Ni salir de la cama.

Apenas respirar.










El psiquiatra volvió a cambiar algunas pastillas.

Pero no tome, me dijo.

Un dealer legal. 

Miro sin ver

el cielo raso.

Esa lamparita.

El pasado pesa sin pasar.









La fórmula de la depre: (...)


En el cenicero hay siete puchos de anoche.

Son casi las 3 AM.

Tuve una pesadilla que olvidé

igual a este silencio.

Voy a prender el octavo para empezar.










Nada de adjetivos.

Solo sustantivos.

Vacíos, neutros, rotos.

Muecas de la depre.

 

lunes, 2 de agosto de 2021

Para qué levantarme de la cama. 

Ya conozco la casa

y la amenaza del afuera.

Mejor tomar unas pastillas.

Dormir con los ojos abiertos.









Veo caer el chorrito de agua en el mate.

Aparece la espuma.

Voy a olvidar.

Odio la poesía de la vida. 

A la luna,

a su larga tradición poética.

No le importa mi depre.

A mi tampoco.

Me sueno la nariz

y bajo la persiana.









En las formas del humo un feto degollado. 

Lejos los ojos.

Nada más que viento.

Otra vez su fantasma.











Las palabras quieren llevarme al lugar de la poesía.

Con sus aliteraciones,

metáforas,

ritmo, etc.

Pero yo las rechazo.

Vuelvo a mirar a las baldosas del patio. 

Para qué afeitarse.

En el espejo estoy lejos,

muy lejos.

Pronto olvidaré mi cara.









Me quedan dos cigarrillos antes de que abra el quiosco.

Faltan quince minutos.

El castigo es despiadado.

Pero voy a sobrevivir

Voy a romper el reloj.


Me miro desnudo en el espejo.

Ya no tengo sexo.

Solo cuelga,

inerte.

Vuelvo a la cama.

Voy a soñar con una sirena.








En las figuras del humo del cigarrillo un pie sin dedos. 

A la tarde escucho canciones de amor.

Obvias, exageradas, pegajosas.

Son detestables

pero dicen la verdad.

Al menos la patética verdad de mi depre.









Enciendo la computadora.

Busco la entrada.

Veo la pantalla en blanco.

Me agrada

y me atrae.

No escribo, prefiero fumar.

 

Para qué buscar la otra zapatilla.

Puedo caminar igual.

Solo tengo que ir hasta la cocina.

Tomar mate

y fumar.









La puta me mira.

No quiero nada.

La invito a comer pizza.

Ella me habla.

Pregunta.

Le digo que quiero dormir. 

Ya no escribo palabras.

Las escupo.












El escándolo con Delfina.

Los gritos.

Los vecinos.

El llanto.

La policia.

Todavía estoy borracho. 

Como no sé qué hacer.

Leo un pensamiento de Simone Weil

Pienso

y no entiendo.

Solo tengo ganas de llorar.







Vidrios rotos en la cabeza.

Cantan los pájaros en la mañana.

Yo me tapo con la frazada,

ya no quiero sentir el afuera. 

Uno, dos, tres, cuatro...

¿Cuántos puchos en el cenicero?

¿Cuántos amores en el adiós?

Volver a la cama.

Apretar los ojos al pasado.








En las figuras del humo la forma de un cráter lunar. 

Con la mano derecha sostengo la manija de la pava.

Con la izquierda, el mate.

Siempre la situación es la misma.

Chupo

y luego enciendo un cigarrillo.

Asisto al derrumbe del mundo.







Arrodillarse frente a la ropa sucia.

¿Rezar?

Pero mi Dios es sordo

o también está con la depre.

domingo, 1 de agosto de 2021

Metido en un tango.

Con sus remordimientos

Rencores

Amores grises.

Metido en la cama

con todos los fantasmas.






Ya no puedo masturbarme.

Lo intenté varias veces.

Deben ser las pastillas.

Aunque no tengo fantasías.