sábado, 31 de marzo de 2018

EXCRITURA DE MI MADRE

Mi madre siempre vivió en una auténtica telenovela,
cualquiera o todas al mismo tiempo;
lejos de estar alienada o simplemente loca,
sufría y gozaba cada instante, no le importaba la pantalla.

Sin darse cuenta solo creyó en el Amor
(o no imaginó otro Dios);
incluso al buscar la palangana y la Gillette
para depilarse sin pudor las piernas en el living.

Para ella, todos los niños eran hermosos
y nunca simulaba al besarle las mejillas;
aunque podía mentir, insultar los cielos y perderse
en los relatos digresivos de sus anécdotas cotidianas.

Su ingenuidad y su sordera invitaban a los chismes
y los chiste groseros de su amiga Pepa,
¡cómo estallaban las carcajadas de esas brujas
entre las dóciles paredes de la peluquería del barrio!

Mi madre murió humillada por el cáncer,
pero fue más digna que sus heroinas;
hasta en los trágicos momentos del final,
cuando se le deshacían los huesos, ella sabía sonreír.

Yo le escuché le último suspiro,
bebió una cucharada de morfina y expiró;
muchas noches la recuerdo en esta misma cama,
y antes de dormir veo la tele para estar cerca de su ausencia.

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