lunes, 19 de marzo de 2018

BORRADORES DEL ALMA

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Ya oculto el último sol en el fondo de la casa, aun no llega la noche y perdura un símbolo flotante de luz en la calidez del aire. Todo es sencillo, casi elemental, incomprensible. La cerveza fresca sobre la mesa de mármol y los pies descalzos entre los tímidos yuyos. Ahora, apenas inclino un poco la cabeza en el sillón, y apuesto -ay, viejo Pascal- a que las reglas de la magia se impongan de una vez por todas a las aburridas conclusiones de la física. Claro que solo se trata de un ejercicio gratuito, ¿o no?; aunque, en verdad, ya no anhelo ningún milagro. Pero igual no quiero moverme hasta desaparecer con el oscuro final de este día de verano. Al menos, antes del churrasquito y la ensalada, voy a esperar a la luna para dejar que su tonto misterio recuerde la forma de mi ausencia.

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