martes, 27 de marzo de 2018

30

El asombro continuaba al terminar la función del circo: una alegría sin fin. Para calmarme, mi papá me llevó a un puestito: un buen sandwich y una coca. Ya pasaron más de cuarenta años; pero en los borradores de mi alma todavía veo al payaso con un vaso de vino, desfigurado y viejo, y escucho sus insultos a la vida entera, furioso. Muchas veces me duele cuando se me escapa una sonrisa.

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