lunes, 26 de marzo de 2018

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Al fin, ya cerca de sus últimos días, ocurrió la revelación: al despertar vio en una simple manzana, ahí, casi en el centro de la mesa, el Sentido del Universo. ¿Cuántos largos años había pasado investigando minuciosamente cada detalle de los sabios, los filósofos y los científicos? No quiso desperdiciar un segundo; durante la mañana cargó pilas y pilas de libros hasta su descuidado jardín, no reparó en sus autores ni en sus ideas, casi todas las que se habían expresado con las palabras. Al acercarse la tarde, cansado y feliz, armó la gran fogata, contempló el humo oscuro y el viento en las cenizas. Después, cuando apenas quedaban vestigios de su búsqueda inútil y llegaba la noche, satisfecho, sentado en una reposera, mientras esperaba la luz de la luna se comió lentamente a la manzana

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