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Maldita, la lengua.
Seguramente nunca podré entender lo que cantás, Richard Bona. Salvo que algún erudito y loco...pero no, imposible traducir.
Sin embargo, todos los días necesito escucharte, sentir y sentirme en el ser.
Cada variación de tu voz -¿tu alma?-, abre mi yo al universo y un poco más allá. Y solo con una canción, un suspiro apenas humano.
Mágica, la música.
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