KUSCH CON WITTGENSTEIN
En un rincón de cualquiera de las tantas trincheras del odio,
entre bombas, cadáveres y barro,
él tomaba sus notas en una libretita.
Vio aquello de lo que no se podía hablar
y sin esperanza se consagró a la lógica del silencio.
Claro que no le sirvió al terminar el horror
el éxito y la fama de su obra,
solo podía contar los días y sus árboles...
Hasta que una mañana rompió con la mueca
y entre bombas, cadáveres y barro volvió a jugar con las palabras.
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