miércoles, 14 de marzo de 2018

REVELACIÓN DEL INSOMNIO

A las terribles tres de la mañana,
ante muro del insomnio en el pellejo,
el árbol de todos los días
ni siquiera mueve las hojas.

Ajeno en su otro sombra,
demora la tentación de su perfil
y al devolver la mirada,
la mueca descubre una rama de luna.

Así hasta olvidar a las preguntas,
en calzoncillos y chancletas,
junto a ese humus del falso sentido,
sin una clara señal del gran consuelo.

Sé que podría descalzarme y trepar
o podría desnudarme y esperar;
pero a las tres de la mañana
también la revelación es un vejete inútil.

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