KUSCH CON KANT
Como a tantos porteños, le gustaba el billar
y hacer trampas con las cartas.
A veces, en las noches bebidas
no encontraba el camino a su hogar.
Nunca nada le resultó fácil,
ni la vida ni sus estudios:
deseperado, buscó un puente
entre la exactitud y los enigmas.
Pasó largos años de silencio,
rodeado de murmullos,
anécdotas para los manuales;
y él se entregaba a su sacrificio.
Pero jamas salió de Königsberd,
la raíz de sus semillas.
Un historia simple, un hombre,
el mero estar del inmortal Emmanuel Kant
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