EXCRITURA DE NICANOR PARRA
El niño que al fin detuvo su vuelo
en la torre de la antigua Catedral,
ya no juega con las agujas del reloj:
con sus manitos quiere detener la historia.
Pero los transeuntes caminan apurados
-todos tienen un horario que cumplir-
o se detienen ante las vidrieras.
Nadie escucha el estruendo final de la caída.
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