UNA MÁSCARA DE LA EXCRITURA
Hoy solamente sufro.
Si me llamase César Vallejo,
no cambiaría nada.
Me duelo sin explicaciones,
desde el más abajo
hasta el último piolín.
Y aunque estuviera muerto,
también sería igual:
solo palabras podridas.
Es así, suceda lo que suceda,
ningún viento
ni espuma,
ni siquiera un resbalón.
Sin nombrar los huesos,
la sombra o ese carrousel.
Tampoco me asombra,
más me preocupa el arroz,
que no se pase...
Hoy..., ¿solamente hoy?
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