CASI UNA EXCRITURA DE LA ODISEA
Cerrado el sagradísimo quiosco de la esquina,
también el de la vuelta;
no queda otra que ir hasta la Estación o no fumar.
Claro que la otra Odisea es mucho más divertida;
acá, ningún monstruo en las calles,
todavía duermen las sirenas sus engaños de ayer.
Por la vereda rota de la sombra, casi derrotado,
como después de una larga guerra,
y ni siquiera ganas de volver, ¿a dónde?
Esas pocas diez cuadras, pocas e interminables,
suelen esconder otros peligros,
o ponerse a pensar y dolerse en las preguntas.
Pero al fin, después de la soledad, los semáforos,
bancarse fastidio del viento,
las pisadas cruzan decididas a la ruta.
Hasta se siente satisfecho, un héroe, por el esfuerzo
mientras paga y se despide, apurado.
Ah, esa primera pitada, y así puede terminar otro día.
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