viernes, 20 de enero de 2017

UNA RESURRECCIÓN

Otra mañana empieza en la casa.
Mis pisadas frescas cruzan el patio
hasta la cocina y los primeros mates.
Los hilos delgados del sueño
ya abren la realidad en la ventana.
Me asomo a la mirada, respiro
la suave desdicha de un nuevo día.
Esos mínimos señuelos del acá
que no necesito escribir para saber,
y sentir que en este así me existo
y con un amargo y un cigarrillo
casi nada más me importa de verdad.
Sé que la eternidad está a punto
en el humo que sube, se deshace,
la tibieza limpita de la espuma,
el contorno cercano de los ruidos.
Yo soy lo que se mueve y confío:
aun la vida no le pertenece a nadie.


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