LAS DIFICULTADES DEL VERANO
Apenas a mi hombro -por suerte- le llega el sol.
Me corrí, ahora ya es sombra.
Los brazos del laurel son invencibles,
no los vence ninguna luz.
Y saben bien los mates así, casi fríos..
tanto calor es la muerte.
En verdad, ese hombro no existió jamás; ni siquiera,
el sol y la sombra, un poco de nada.
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