EXCRITURA DE EMILY DICKINSON
Creo que aun estoy un poco vivo,
lejos o en las ramas abiertas de mis manos.
A mi boca, ya decidida y muda,
no le importa el aliento en los espejos.
Solo desea a la palabra carmín,
tibia, justo en la puntita de la lengua.
No sé si todavía tengo una casa,
aunque esa puerta se abre, tan temerosa.
Y todas las visitas son sombras,
altos árboles en otro horizonte, sin sol.
Creo que alguna vez ha nacido,
perdido en la naturaleza del ser: el infinito.
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