DRONES DE LA EXCRITURA
En mi cabeza sobrevuela un drone, casi invisible, apenas un zumbido lejano que se confunde ante los gritos mudos de la sangre y el olvido.
Pero es tan delicado que no molesta, y a cada instante murmura que me ama y me protege de los animales libres y feroces.
Nunca puedo saber si es real, lo mismo que esos cuentos de brujas malas que aterrorizaban los sueños de mi infancia.
A veces casi se detiene, o acaso duda, como si entre las formas de las nubes escuchara la súplica patética del último ángel.
Pero yo no me distraigo y hago mi trabajo, solo repito a las palabras de los muertos: mis únicos pensamientos son los daños colaterales.
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