EXCRITURA DE MAROSA DI GIORGIO
Todo es milagro,
apenas si me atrevo a mirar.
Inmóvil,
el gladiolo es un hada,
blanco,
como nieve o luna.
Lo sé,
ninguna imagen sirve, inútil.
Pero ocurre,
no se trata de ensueño.
A veces,
hasta me abre esa puerta,
una luz,
pero no hay ventanas
ni paredes,
apenas una mesa y un plato:
la manzana,
tan roja como la sangre,
la muerdo,
el encanto llena mi deseo
y así puedo respirar.
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