martes, 31 de enero de 2017

FURIA DEL SPLEEN

Los despiadados cohetes de Baudelaire,
rabiosos, pronto estallarán en el corazón de París.

Igual, ya los paseantes están muertos;
o apenas miran, ciegos, las luminosas vidrieras.

Todas demasiado ordenadas, limpitas,
sin el engaño infantil de las viejas mercancías.

Además, al cruzar las calles, cualquiera,
¿quién sueña con ese instante fatal de la belleza?

Solo, un ratito, muy de vez en cuando,
se puede reconoce ese miedo vital: un atentado.

O sentir un poco de viciosa nostalgia
por aquellos viejos y las tantas y tantas putas.

Hasta el spleen resulta aburrido,
dos horas por día, puntual, pasa por el gimnasio.

En verdad, París es apenas un nombre,
una herida falsa que olvida mostrar su sangre.

Claro que a él nunca le importó la ciudad,
pero ahora no quiere que nadie se asome a sus poemas.

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