jueves, 26 de enero de 2017

PARTITURA DE PERROS

Esta mañana mi perro Pipo,
echado junto a mis pies,
se copó con Philip Glass.

Al volar las cuerdas,
él apenas gruñía,
y al aparecer los metales
ya soltaba sus aullidos.

Pero su mayor placer
-pleno de silencio-,
eran los coros femeninos,
solo cerraba los ojos.

Nunca entendí la música;
pero por suerte, ahora,
Pipo me enseña su misterio.

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