EXCRITURA DE LA ZONA GRIS
Él y su poco pellejo
solo los veían jugar, ahí, en la tierra del campo.
Nunca lo imaginó,
pero parecía normal, lo más humano.
Y corrían, como chicos,
y hasta festejaban con abrazos los goles.
A veces se distraía,
no distinguía entre las víctimas y los victimarios.
Sin entender, de pronto,
él comprendió que ese partido era eterno.
Ya no quiso mirar,
alzó los ojos: la ausencia del cielo era tan gris.
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