viernes, 27 de enero de 2017

EXCRITURA DE GEORGES BRASSENS

Nadie me entiende, ya soy un viejo.

Alguno creerá que estoy enfermo
y tal vez es cierto,
solo sé que así soy feliz.

Aunque jamás escuche su voz,
ni vayamos al cine,
al menos vivo tranquilo.

No es fácil reemplazar un cadáver,
tampoco verse al espejo,
a veces esa cara es extraña.

Pero cuando acuesto a la muñeca,
ella cierra los ojos.
Y también dice mamá.

A mí me gustan sus labios rojos,
su pollera corta
y sus pies desnudos.

Siempre dormimos muy abrazados,
no le importa mi aliento.
Aun vivo, contento, para ella.

Para no suicidarme, me hice pequeñito.

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