EXCRITURA DE SANTA TERESA
No sé de dónde ni cómo,
aunque nadie lo crea
ni lo entienda,
yo. al fin, lo vi:
un sapo inmenso como la noche.
Claro que era imposible
en el desierto;
pero ahí, tan real,
al borde de mis manos:
un sapo, su única mirada.
Hasta de esa forma,
sencilla y piadosa,
así al fin me revelaste,
-a mí, la peor-,
tan cercana, inefable, Tu Presencia.
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