martes, 17 de enero de 2017

UNA EXCRITURA DE LAS PALABRAS

Si se pudiera conocer la verdad de las palabras, escuchar su voz, sentir la huella pura y animal, ese despiadado origen; ¿quién se animaría a escribir un poema?
Aunque, por supuesto, no sé cuál es la respuesta; ya no tengo la menor duda. Ante esa hipotética situación prefiero el cofre sagrado y falso del silencio, el consuelo inútil de andar, solo, por las callecitas abandonadas del conurbano, imaginar otra vez la historia de cuando se espera lo que jamás vendrá o sentarme acá, frente a la mirada de la ventana, y fumar un cigarrillo y conversar con la lengua del humo que se pierde, lenta, desaparece, en la mueca invisible del aire.
La verdad es que no quiero saber lo que dicen las palabras, me da un poco de miedo; simplemente escribo para que alguien lea, cualquiera o todos, menos vos.

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