EXCRITURA DE GELMAN
Hizo el intento inútil de olvidar.
No pensó en Borges,
¡lo olvidó!
Tampoco cayó en otro,
ninguno, ni siquiera sus árboles.
Listo para irse, rajar.
Prendió un cigarrillo,
no reparó
en la figura del humo en el aire.
Pero, ay las traiciones,
sin darse cuenta murmuró:
el ruiseñor que se aleia, callado.
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