LA DELEGADA DEL DOCKE IV
Estos días apenas pasan sin dejar rastros.
Ahí, junto a la cama, las pantuflas;
un vacuidad afuera del tiempo.
Pero en el adentro, todavía
esos empujones de toda la vida:
el sol en la pirámide,
la dignidad desborda a la Plaza.
Después...los bombardeos,
cadáveres, cenizas y el odio.
Así lo siente su sangre
que vuelva a juntar a los compañeros,
una sola es la consigna: ¡la vida por Perón!
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