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No le encontraban ningún remedio
para ese llanto o lagrimeo.
Ya lo decía Macedonio: los médicos
siempre fracasan;
ante la nada, ¿cuál es la receta?
Pero era otro el gran inconveniente;
como siempre, ese enigma;
o la miseria de la escasa verdad,
Para colmo, hasta podían contagiarse.
Así que mejor apretar los ojos
y consumar el sacrificio.
Por un rato volver a creer en esta vida.
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