jueves, 9 de noviembre de 2017

ANTON WEBERN EN EL FUEGO

Apenas tocar una flor,
el origen del fuego retorna  a las manos.

Siempre, desde los bordes,
cada pétalo necesita arder en las huellas.

En la corola, secretas,
las formas reavivan a las vida humanas.

No soy más Anton,
ya siento la viejas llamas de la melodía.

Pero se diluye tan pronto,
y el calorcito olvida el temblor del aire.

Todo es ígneo y se consume,
solo quedan esas cenizas para la música.

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