domingo, 26 de noviembre de 2017

4

A la mañana no quedaría nada,
ni el sueño de una mujer.

Los cipreses mudos,
el viento salvaje,
más allá todo el mar.

Asustados los ojos,
apenas horizonte,
el adiós de un delfín.

Veíamos el gran fuego,
los esttallidos
y las pálidas cenizas.

El cielo era un atardecer nublado...
a la mañana, que ya llegó.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario