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Él andaba perdido, tan solito,
con un collar gastado,
y daba vueltas y vueltas,
detrás de cualquiera,
la mirada una súplica.
Dudé, pero seguí mis pasos,
demasiado para mí,
la piedad ya no es posible:
¿Cómo darle de comer?
Un perro bello, ni puedo llorar
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