miércoles, 15 de noviembre de 2017

9

Aquellos boludos salvajes de Rousseau
ahora juegan con los drones;
ya se cansaron de tanto torturar.

Y van de un lado a cualquier otro,
cada vez más rápido;
pero no levantan el culo de la silla.

Solo cuando imaginan a un árbol,
imploran a los demonios:
no soportan el horror de una rica banana.

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