EL AMOR DE MAROSA
Nadie sabía que había otro habitante,
tan cerca, en el jardín.
Los ojos de esplendor violeta,
siempre cerca del rosal
o en la pileta
donde nadan las azucenas...
Él está ahí y también más allá,
con su tacita de miel;
y necesito ir hacia su mirada,
mi propio corazón,
el idioma del aire:
nos amamos, aunque a veces lo olvide.
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