jueves, 23 de noviembre de 2017

65

A los cuerpos sin amor
nunca le crecen yuyos,
salvajes, sin nombres
los que salen libres,
aquí, allá, inevitables,
tan vivos como el sol,
la luna y el agua.
Por eso en mi país no hay
-acá vale la limpieza-
ni siquiera un yuyito;
todo prolijo y ordenado,
las veredas y las calles,
hasta la última plaza...
y así andan los cuerpos,
sin un pelo demás,
sobre el césped del odio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario