miércoles, 15 de noviembre de 2017

10

Desde siempre adoramos esa carne,
la más humana.
Poco importa la receta,
cruda o cocida,
a la luz de la luna o del sol,
ceremonia o mentira.
Nos hace falta; tan obvio,
hasta lo reconoce Lévi-Strauss.
Ya hace mucho tiempo,
nos engaña la compasión,
la hipocresía,
cientos de excusas tontas:
la religión, la moral, la ley...
¡Cómo gustan las nalgas,
un buen corazón sangrante!.
Ay, solo somos para devorarnos el ser.

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