jueves, 2 de noviembre de 2017

LA DELEGADA DEL DOCKE

La certeza de la muerte no le preocupa ni perturba,
aunque siempre obedeció a su misterio.
Ella la acepta sin alterarse, la deja venir
o flotar en la sopita de cabellos blancos, suaves.
Tal vez, ya ni distinga a las diferencias,
ese hilo que enreda a todas las vidas,
la sencilla verdad que nadie puede comprender,
que simplemente es el así, por una causa...
Arriba, el color absurdo del cielo raso,
¿cuántas veces cruzo el riachuelo para trabajar?
Vacila, su mano en el borde de la cama,
todavía escucha el eco de los latidos.
Siente aquel frío, a las compañeras del Anglo.
Ahora, la delegada, apenas abre los ojos a la justicia.

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