BAUDELAIRES DE LA MATANZA
¡Qué boludo!, querés ser como un Baudelaire
y naciste en La Matanza; acá,
el pasear es apenas una miseria.
Incluso en los días de primavera, al sol:
el barro roto de las veredas, ranchitos, gritos,
y los mocos secos de los bebés.
Hasta las costumbres son pobres;
con suerte da para una porrito en la esquina.
Eso sí, cuando pasa una morocha
no se pierde en la multittud de la eternidad;
tenes que encarar y acompañarla a la casa.
Yo entonces me olvido de todo,
le escribo versos demasiado cursis,
y si no le gusta, Baudelaire, quiero ser como vos.
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