domingo, 12 de febrero de 2017

EXCRITURA DE JOAQUÍN O. GIANNUZZI

Ya empieza la rutina del poema cotidiano,
ese intento inútil de la mano rota
que se desplaza hacia la primera luz
sin porvenir, una mueca ajena en el papel.

A tientas, la mano de mi consciencia
junto al borde falso de la ventana,
y del otro lado busca su liberación
en las calles apretadas, cerradas, mías.

Así amanece en su otra ciudad, tan frágil,
como si pudiera derribar los edificios.
Mi mano, entre los perros y la basura,
ya escribe sola en el callejón del verso final.

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