martes, 7 de febrero de 2017

EXCRITURA DE LA ILIADA POR HAMMETT


Ya sabía lo que pasaba: el viejo estaba poseído,
echado junto a la furia en su propia cama;
pero el detective había leído La Iliada.
La venganza no paraba de gritar,
lo único que no se permitía era el llanto.
Él sabía que sus palabras ocultaban el terror,
de allí venían todos los fantasmas
y por eso no había dejado que nadie
-salvo para arrastrarlo-, se llevara el cadáver.
El viejo lo quería ahí, ante sus ojos;
quería verlo, como Aquiles, para alejar el pánico.

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