LA PASTILLA DEL LAUREL
Ya tomó la pastilla de cada mañana.
Ahora hay que esperar; afuera,
del otro lado de la persiana gris,
el grito de algunos pájaros y el sol.
Pero en el cuerpo poca sangre,
ese resto dudoso de la vida
que aun resiste, sin ningún sentido,
y lo obliga a levantarse, y andar.
Así junta a todas sus fuerzas,
tira de la correa y se abre la ventana.
Durante un rato mira el laurel,
sus ramas...si pudiera sentir a su raíces.
En cada pantufla el mismo destino,
pasos eternos, lejanos, y las paredes.
Nada adentro del vacío del tiempo,
¿ya tomó la pastilla de cada mañana?
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